EPITAFIO
Si te dicen que me he ido,
por mí no has de llorar.
Mi espíritu vivirá,
para siempre
en mi música.
Mi corazón;
entre las olas de la mar.
Va pasando el tiempo
inexorablemente
te busco y yo te encuentro
mas tú, presente no estás.
Siento y sufro
tu obligada ausencia
lloro amargamente,
añorando tu presencia.
Te fuiste aquel día
pero sigues tú presente
en el vivir de los días,
en mi alma y en mi mente.
Presente en mis recuerdos,
presente en mi futuro,
presente en mi corazón,
en mi alma que hoy sufre
este terrible dolor
de solo poder tenerte
en esos dulces recuerdos,
en mi alma que llora
amargamente,
dentro de mi corazón
sin yo poderte abrazar,
sin poder besar tu frente.
Presente, tú hijo mío.
Tú siempre estarás presente
porque te hemos querido,
y te amaremos por siempre,
de aquí a la eternidad.
Tú un día te nos fuiste
hoy ya hace los seis meses,
y te fuiste para siempre.
Pero aunque no te veamos,
tú nunca te nos has ido,
tú vives hoy y por siempre,
en nuestro vivir presente,
en el tiempo que ha pasado
y en el futuro seguido.
Viven en mí tus recuerdos,
en mi corazón y mi mente.
Vives en mi mirada
que mira hacia el pasado
y te trae hacia el presente.
Vives en mi dolor
que arraigó para siempre
el día en que te fuiste
y siempre estará latente
dentro de mi corazón
de mi alma y de mi mente.
Vives, mientras que te recordemos,
que te hablemos cada día,
que busquemos en los
recuerdos
de esos dulces momentos
que junto hemos vividos.
Vives, mientras que te añoremos,
tú estarás con nosotros,
tú seguirás muy presente
viviendo en el día a día
del pasado, del futuro
y en el vivir del ahora.
Que es, será para siempre,
nuestro presente y futuro.
Tú cariño mío. Hijo mío del
alma
vivirás siempre conmigo
mientras mi corazón lata
despacio pero seguido.